sábado, 10 de enero de 2009

Regalo de Navidad

En Navidad, un buen amigo me envió un email con algo más que una felicitación. Me hizo un regalo, el más bonito de todos. Gracias, Fernando.
Actualmente estamos inmersos en una sociedad obcecada por valores falsos e irreales. Haciendo referencia al sector en el que me desarrollo profesionalmente podría citar miles de ellos. La televisión, la radio, la música, el cine... se han convertido en comunicadores abominables, muy lejanos al concepto y el fondo con el que nacieron: la verdad, la imaginación, las emociones...
Y entre ellos, la televisión y la música han salido especialmente mal paradas.
¿Cómo han podido convertir en imprescindible y cultura lo comercial? ¿Qué clase de educación y de información estamos recibiendo de los únicos medios que nos permiten conocer el mundo?
Nuestro cerebro no crece más porque lo privan de su propio pensamiento, de sus gustos, de la cultura y la capacidad de decisión.

No voy a vivir alimentándome a base de pizza y hamburguesa porque sea lo más consumido, ni voy a ver programas rosas porque sea lo más emitido, tampoco voy a oír 'música' basura, con los mismos acordes, los mismos instrumentos artificiales y las mismas voces editadas; existen los tallarines al queso, los documentales y los programas de investigación, y también existe la música de verdad, la que nos eriza la piel y nos obliga a emocionarnos, y yo me quedo con ella.

Un grupo de técnicos de sonido viajó alrededor del mundo registrando la música y las voces de artistas callejeros que viven por y para su vocación, las mezclaron y obtuvieron lo que aquí os dejo:


La música es lo único que ha logrado mantenernos unidos a lo largo de los siglos y así continuará ocurriendo a pesar de las discogáficas de la era 2000.

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